Te sorprenderá
saber que Dios te está buscando. Fue, es y será el más interesado en su
relación contigo. Su mayor deleite es tener tu amistad, pasar tiempos juntos,
amarte, darse a conocer y compartir la vida juntos.
Al comienzo de
la creación, en el Edén, el mayor deleite de Dios era visitar todas las tardes
a sus amigos Adán y Eva para compartir un tiempo con ellos. Los disfrutaba como un padre se regocija con
sus hijos, juntos pasaban horas conversando en una comunión plena, en una
intimidad maravillosa. El corazón de Dios estaba exultante con sus criaturas,
hechas a su imagen y semejanza. Por eso, el día más trágico para Dios fue
cuando a su cita de cada tarde en el huerto, buscó al hombre y no lo halló.
“Dios llamó al hombre y le preguntó: ¿Dónde
estás?” nos cuenta Génesis 3:9 ¡Adán
estaba
escondido! ¿Puede alguien esconderse de Dios? Eso hizo el hombre. El pecado no
sólo destruyó su dignidad, sino que también lo distanció de Dios, y terrible
noticia le rompió el corazón al Creador.
De tanto en
tanto, mirando a la distancia desde el cielo, encontró un hombre que no se
ocultara ante su presencia, como ocurrió con Enoc, con quien se atrevió a
caminar. Lo mismo aconteció con Abraham, con el cual se entregó por completo. Le
regaló el hijo que esperaba, lo dignificó, lo prosperó en extremo y compartió
con él sus sueños “¿Ocultaré a mi amigo
mis planes?”, reflexionó mostrando la autenticidad de un amigo personal.
Su amor por el
hombre, su dolor por su condición, su soledad fue tan insoportable que hizo lo
inesperado ¡Bajar del cielo para rescatarle! Jesucristo manifestó el corazón
amoroso de Dios, y con su entrega acercó la distancia abismal que había con
nosotros, estableció un puente, tendió la mano para que el hombre se reconciliara
con él. “No hay mayor amor que este, dar
la vida por un amigo”, dijo Jesús. Dios se propuso dar vida a lo que había
muerto, unir lo que estaba separado por un velo espiritual, seducirnos con su
amor para que volvamos a poner nuestra mirada en él y traernos de regreso a
casa, de la que nunca deberíamos habernos alejado.
A través del
salmista Dios nos dice: “La comunión íntima de Jehová es con
los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Sal. 25:14) El reserva su amistad personal con
los que le aman. Sus secretos más valiosos, sus mejores regalos están
preparados para aquellos que responden a su intimidad. Por eso la intimidad con
Dios no es sólo para que disfrutes de estar con tu Dios, sino para que él
disfrute contigo. No es sólo para que el satisfaga los deseos de tu corazón,
sino para los de él sean satisfechos. La intimidad con el Señor no es para que
le cuentes tus planes, sino para que él te comparta los suyos, como los buenos
amigos cuando se descubren y comparten sus tesoros más íntimos reservados para
ocasiones especiales.
Su amor hacia
nosotros es tan intenso que excede todo conocimiento dice Pablo. Sus palabras
para seducirnos son las de un enamorado: “Con amor eterno te he amado”, “A mis
ojos fuiste de gran estima y yo te amé”, “En
las palmas de las manos te tengo esculpida”, “Con cuerdas humanas los atraje,
con cuerdas de amor”.
¿Quién atrae a
quien? Dios es quien se ha prodigado por completo para recuperar nuestro amor y
amistad ¿Y qué pide Dios? ¿Sacrificios? ¡No! Pide que le amemos con todas
nuestras fuerzas y que confiemos en él.
Hermanos, recuperar
tu comunión le costó la vida de su hijo, no la desprecies. Recuperar tu amor le
significó entregar lo que más amabas ¡Qué esperas para amarlo y tener comunión
con él!
Cuantas veces Dios
me dijo: - Déjame acompañarte al trabajo, o vayamos a caminar juntos, quiero
pasar tiempo contigo. Cuanto más reflexiono su amor, más ardiente que el fuego,
y más fuerte que la muerte, más me convenzo de que Dios me extraña más que yo a
él, y espera ansioso que yo aparte tiempo para estar compartir nuestra amistad,
nuestra intimidad.
¿Cuánto hace que no
apartar un tiempo de tu día para estar con él? ¿Cuándo dejarás alguno de tus
importantes compromisos con amigos de este mundo para estar con tu mejor amigo?
Un cantante popular
escribió una hermosa canción donde dialoga con Dios y dice:
No sé en que calle me dirás: ¡Buen día!
¡Tanto tiempo que no estamos juntos!
Yo te diré: Estoy tan ocupado últimamente.
Y si te arrimas esta noche a casa así charlamos y cenamos
juntos.
Dios esta noche cenaremos juntos, no tardes tanto que la
vida apura,
no tiene tiempo y partirá a la una.
No hay comentarios:
Publicar un comentario