Dios está trayendo vino nuevo sobre su iglesia. Sí, la
plenitud del Espíritu Santo está rebalsando sobre los hijos de Dios que la
desean. Una plenitud que ha sido prometida por Jesucristo para sus hijos. “Recibirán
poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu”, prometió Cristo ¡Y
hace dos mil años que está ocurriendo! Plenitud del espíritu para vivir una
vida victoriosa frente al pecado, poder para derrotar al enemigo, poder para
ser testigos del Señor.
En estos días Dios está derramando su bendito Espíritu
sobre aquellos que perseveran en oración y ruego, y buscan la gloria del Señor.
Pero este vino nuevo no puede venir sobre odres viejos. El odre es un
recipiente de cuero, que cuando el vino nuevo fermenta en su interior tiene la
capacidad de estirarse, de ser moldeado. Pero cuando el odre está viejo, ha
sido usado, se reseca, pierde elasticidad y se resquebraja ante ese líquido que
tiene la capacidad de ensancharse.
El odre es nuestro corazón, el lugar donde viene a
habitar el Espíritu Santo. Este corazón debe estar preparado para recibir la
unción de Dios. Al rendirnos al gobierno del Señor venimos de vivir una vida
hueca, una vana manera de vivir, donde nuestros hábitos, nuestros valores,
nuestro carácter y nuestro comportamiento deben ser transformados. No podemos
entrar al reino de los cielos si no morimos y no nacemos de nuevo.
Dice Dios en Ezequiel 11:19 “Y les daré un
corazón y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos, y quitaré el corazón de
piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne”.
El Espíritu Santo necesita habitar en una nueva creación,
hecha conforme a la imagen de Cristo. Las viejas vestiduras ya no sirven. Sin
embargo, algunas personas se acercan a Dios buscando remiendos para su vieja
ropa, buscan que Dios satisfaga una necesidad, se sienten aliviados en sus
cargas, se acercan a la iglesia pero en un corazón no hay una verdadera entrega
sino que sigue consintiendo egoísmos, orgullo y rebeldía, sigue conviviendo con
su vieja vida.
¿Cómo renuevas tu odre? Cómo cambio mi
corazón. En la presencia de Dios. Dios lo hace mientras permanecemos en
su presencia de Dios en oración, volcando nuestra vida frente a su altar. El
quita nuestros viejos vestidos y nos viste con vestidos nuevos, santos,
lavados, redimidos y listos para ser usados para sus propósitos.
¡Dios quiere darte un odre nuevo! Quiere que lo comiences
con un corazón y una mente renovada, con un espíritu dispuesto a recibir lo que
Dios te ha prometido. Que este sea un año donde no le pongas condiciones a Él,
sino que El ponga sus condiciones! Un año donde Dios pueda usar tu vida para su
gloria.
Te invito a que pagues el precio de buscar a Dios
con deseos, con hambre, con fervor, como lo hicieron los primeros cristianos en
el aposento alto, que perseveraban en oración y ruego. Un corazón está
preparado para recibir la unción de Dios cuando está lleno de fe, de
disposición, de obediencia a su Señor.
Iglesia, hay un vino nuevo que no has probado y que tengo
preparado para ti. Es como el vino que está reservado para los postres. Es un
vino preparado para aquel pueblo que está dispuesto a creerle al Señor y se
entrega con fuego en los corazones a conquistar la visión que les he dado. Y la
visión es ganar este mundo para Cristo, no menos que esto.
Amado, comienza un despertamiento espiritual como nunca
lo hemos conocido. Lo anticipan los profetas del Señor, vienen tiempos donde la
lluvia tardía descenderá sobre nosotros.
Iglesia prepárate a recibirla. Renueva tu corazón, paga
el precio de los ungidos, y prepárate para ser usado poderosamente.
“Despierta, despierta, vístete de
poder, oh Sión; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa. Sacúdete
del polvo, y levántate”.
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