Oh, que tuviera una ardiente pasión por las almas.
Oh, que tuviera una compasión que anhela.
Oh, que tuviera un amor que ama hasta la muerte.
Oh, que tuviera el fuego que consume.
Oh, que tuviera el poder de la oración que prevalece,
que se derrama por los perdidos.
Oración victoriosa en el nombre del Vencedor.
¡Oh, que tuviéramos un Pentecostés!
Amy Wilson Carmichael
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