jueves, 4 de julio de 2013

Gozo de vida

Estamos a las puertas del derramamiento del Espíritu Santo más tremendo de la historia, algo que nunca el mundo ha conocido. Este avivamiento de Dios se encuentra punto de nacer. Como una mujer es la Iglesia la que debe darlo a luz y la criatura está en el canal de parto y Dios espera que seamos lo suficientemente persistentes y esforzados en clamar y prepararnos para ese glorioso tiempo profetizado. No podemos olvidarnos de la experiencia dolorosa  de Israel, cuando fue reprendido por Dios en tiempos de Ezequías: “Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día, porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas”. (Isaías 37:2)
Así ha estado la Iglesia por mucho tiempo: Pecado, falta de testimonio, desánimo, impotencia, obras muertas, religiosidad.  El pueblo de Dios ha sufrido de falta de fuerzas como para dar a luz el avivamiento. Pero esta nueva generación tiene que ser distinta. Es el tiempo y Dios está a punto de soltarlo sobre nosotros ¿Tendremos la fuerza de una mujer dando a luz? No tengo dudas que sí.  Estamos buscando el rostro del Señor con hambre y desesperación. Estamos clamando, ayunando, creyendo, santificándonos y buscando su presencia como nunca antes. Estamos buscando recuperar la sensibilidad y humillándonos ante la autoridad de su Palabra. Creemos que el Espíritu Santo está siendo derramado sobre toda carne.
Es poderosa esta imagen de algo que está a punto de nacer, porque una madre que está a punto de dar a luz, primero hace fuerzas para que el bebé nazca, pero en los últimos instantes la madre no puede elegir hacerlo o no, otra fuerza la toma, es un impulso más fuerte que ella y todo lo que puede hacer es cooperar. Lo mismo ocurre con un avivamiento: Respiramos, pujamos y trabajamos hasta que otro poder nos toma.
Pablo le habla a los romanos del poder vivificados diciendo: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” ¡Tenemos que trabajar para que el poder de la resurrección de Cristo sea liberado y de a luz el avivamiento! La palabra vivificará en griego significa “hacer vivir”, o traer vida, o dar nacimiento. Este mismo poder que dio nacimiento a un milagro de resurrección está disponible en nosotros para dar nacimiento al avivamiento ¿Cómo? A través del gozo. ¡Sí! ¡La llave del poder de resurrección para sobreponernos a la angustia, a la adversidad es el gozo!
Nos dice Hebreos 12:2 que debemos correr con los ojos puestos en Jesús “el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Jesús tuvo las fuerzas para subir a la cruz en el gozo de vernos redimidos y rescatados de la perdición. Es una de las  fuerzas espirituales más poderosas del Reino. Es una cualidad que sostiene a una persona a través de los tiempos difíciles hasta el nacimiento del poder de Dios. El gozo es una fuerza que invadió los avivamientos a través de los siglos porque donde está la presencia de Dios hay plenitud de gozo.
¿Por qué debemos gozarnos?
Porque es el tiempo de la restauración y los que sembraron con lágrimas están cosechando con alegría ¡Este es un tiempo de cosecha! Y porque así como Isaac, el hijo de la promesa nació, y se llamaba risa, el Espíritu Santo está derramando un gozo nuevo sobre su Iglesia.
En Lucas 15 encontramos tres parábolas, y en cada una, hay un elemento común. En la parábola de la oveja perdida dice el Señor: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido…”. En la segunda, de la moneda perdida, vuelve a decir: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la moneda que había perdido…” Y la tercera parábola, la del Hijo Pródigo, el Padre dice: “¡Vamos a celebrar!” Sí, la idea de la fiesta fue del Padre porque su hijo que había muerto, volvió a la vida.
La Iglesia debe vestirse de gozo porque el Señor viene pronto y la promesa de Isaías 25:9 es una realidad: “Y se dirá en aquél día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”.
El Señor nos está preparando una gran fiesta, un gran banquete. Muchos de nosotros hemos sentido el desprecio que el mundo tiene hacia los cristianos. Pero Dios está cambiando esto. La iglesia está siendo animada. Un banquete se ha preparado, y la celebración ha comenzado.
Este es el Dios que nos ha salvado, éste es el Dios en quien hemos esperado ¡Nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación!

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y GOZO en el Espíritu Santo” (Ro. 14:17)

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