No se cómo haría para vivir sin orar. Con los años la
oración se ha transformado en la respiración de mi espíritu y en el sustento de
mi cuerpo. Es mi descanso, mi refugio, y mi alimento. Sin ella, creo que
moriría. Porque ¿En dónde encontraría socorro en medio de la tormenta? ¿A quien
acudiría para escuchar esa palabra justa que resuelve una encrucijada? ¿Cómo
saciaría esta hambre y sed de Dios? Sólo subiendo al monte a encontrarme con mi
Dios, con mi papá, con mí amigo y maestro. Con los años mi vida de oración fue
creciendo como un niño empieza a caminar, aquellos primeros años de búsqueda
del Señor eran palabras balbuceantes e inseguras. Cuantas veces repetía
palabras sin sentido, o simplemente me quedaba callado sin saber que expresarle
a mi amado. Fue cuando descubrí algo maravilloso: El Padrenuestro. Los
discípulos tampoco sabían orar, pero viendo a Jesús hacerlo, le pidieron que
les enseñara. Vamos a recordarlo una vez
más.
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado
sea tu nombre”: La alabanza es la parte más importante de
nuestras oraciones. Declarar la verdad de Dios trae fe y nos llena del Espíritu
Santo. Alabar y exaltar la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
“Venga tu Reino” El reino es el gobierno de
Dios en este mundo. El desarmó el reino de Satanás, y se manifiesta en nuestras
vidas a través del perdón, de la llenura del Espíritu Santo, al ministrar
sanidad y liberación de demonios, al recibir justicia, paz y gozo de Dios. Debemos
orar que venga su Reino sobre nuestras vidas.
“Hágase tu voluntad, como en el Cielo, así también
en la tierra” El curso de nuestra vida está fijado desde la
eternidad en el libro de Dios. Hay un plan definido para cada uno. “Señor, ayúdame
a hacer tu voluntad, a conocer su voz, a obedecerte”, esta ha sido mi oración.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”
Nuestra oración debe ser dirigida específicamente a llenar las necesidades de
nuestra vida. El pan de cada día incluye
todas las necesidades de la vida diaria, necesidades personales, de mi familia,
de la iglesia. Aprende a pedir por todo: Salud, trabajo, dinero, auto,
creatividad.
“Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores” A Dios le preocupa nuestra relación, nuestra
unidad. A Él le gusta vernos perdonándonos y amándonos. Cada día hay que
examinar el corazón para saber si hay que perdonar a alguien, y hacerlo. Hay
poder sanador para nuestro espíritu, nuestra mente y nuestro físico cuando
perdonamos.
“Y no nos metas en tentación”
¡Claro que conozco mis debilidades! Las tengo presente en cada momento. Por eso
este es un momento para clamar para que el Señor nos fortalezca y no seamos
vencido en esos aspectos.
“Más líbranos del mal”
Esta es una oración de guerra ¡Si señor, hay que batallar todos los días porque
hay guerra contra nosotros! Aunque Satanás y sus demonios están derrotados,
cada día tenemos que atarlos para que no influencien en nuestras vidas ni en
nuestras familias, ni en la iglesia.
“Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por
los siglos de los siglos” Dios merece toda la alabanza y toda la
gloria. La oración de Jesús comienza y termina con alabanza. Termina declarando
la victoria de Cristo.
La vida de oración es un aprendizaje continuo. Sigamos aprendiendo a orar con eficacia, sigamos
aprendiendo a conocer el corazón de Dios y a ganar las grandes batallas en
oración, entonces nos pareceremos cada día más a Jesús.
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